¿Por qué el huracán Otto azotó así a Upala?
Detrás de la tragedia y del duelo nacional hay explicaciones climáticas, de historia y de negligencia ante advertencias claras.
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Álvaro Murillo y Hulda Miranda@_AlvaroMurillo_Nov 30, 2016
El primer huracán que entra con su ojo al territorio de Costa Rica dejó, esta semana, 10 muertos, 40 mil afectados y miles de millones de colones en pérdidas en un cantón al que nadie, nadie, creyó que iba a ser el más golpeado.
El apacible, pobre y agrícola Upala, en el extremo norte de Costa Rica, acabó siendo el escenario de los peores estragos del huracán Otto. El distrito central, partes de distritos alrededor y sitios aledaños de otros cantones, quedaron convertidos en un embarrijo de lodo y destrozos.
Upala y alrededores son todavía una colección imparable de historias sobre el anochecer de ese jueves, o de lamentos por la forma como la corriente de agua borró vidas y casas, puentes, pertenencias, tallercitos, cultivos, postes eléctricos, la cañería… Todavía muchos lugareños, los que no aceptan esto como un designio inevitable, se preguntan: ¿por qué llegamos a esto? y ¿cómo?.
¿Por qué?¿Por qué? Las explicaciones pueden alcanzar dimensiones planetarias como para señalar los cambios climáticos en el orbe. Pueden devolverse al año 1900 cuando un grupo de nicaragüenses fundó el primer caserío de Upala, junto al río Zapote, que este jueves bajó del volcán Miravalles como un demonio de agua, barro y árboles.
O pueden ir a la gaveta de la Municipalidad de Upala donde permanecían archivados los estudios con el mapa de riesgos del cantón.
Las explicaciones al desastre pueden, incluso, reflejarse en un tuit en que el presidente Luis Guillermo Solís pedía, dos días antes del impacto de Otto, evacuar el centro de Upala mientras muchos allí ni siquiera sabían que estaban en ruta de peligro serio. O no querían saberlo.
Una semana después, con la vigencia de un decreto de Duelo Nacional y otro que declara emergencia en Upala y otros lugares también afectados en la zona Norte el país, el Gobierno intentaba levantar lo que quedó; además de atender a miles de damnificados y explorar formas de ayudarles a retomar la vida. También las donaciones de alimentos parecen masivas y la atención de la emergencia continúa, pero la pregunta sigue ahí: ¿por qué pasó esto en Upala?
Desde hace 120 años
Dentro de los cantones del norte, la ciudad de Upala presenta una condición especial por su ubicación dentro de lo que los expertos llaman “valle de inundación fluvial” del río Zapote. Es decir, la zona natural que quedaría anegada ante una crecida del cauce. Esta zona cubre a la mitad del centro urbano, según Allan Astorga, geólogo especialista en ordenamiento territorial y profesor de la Universidad de Costa Rica (UCR).
Su Índice de Desarrollo Humano (IDH) lo ubica en el puesto 78 de los 81 cantones del país, víctima del centralismo costarricense y la debilidad institucional local.
Así, con normas de construcción laxas o nulas, Upala se desarrolló hasta lo que es hoy, o era al menos hasta la tarde del jueves, cuando aún sus pobladores y autoridades locales confiaban en que nada muy grave iba a ocurrir.
“Uno como autoridad tiene que cuidarse de no causar pánico. Se ha tratado de buscar culpables, pero todo lo causó esa avalancha que bajó por el río Zapote, de tantísima lluvia que cayó”, alegó el alcalde Juan Acevedo, quien se considera libre de responsabilidades en la atención de la emergencia.
Advertencias en la gaveta
La emergencia tomó dimensiones impensables, pero el riesgo de inundaciones y avalanchas estaba advertido desde hacía mucho. Lo había hecho la Comisión Nacional de Emergencias (CNE) en un diagnóstico de 2003, y también especialistas de la Universidad Nacional (UNA) cuando prepararon un plan regulador que nunca se aprobó, en buena parte por oposición de algunos vecinos y comerciantes.
“La amenaza por inundación en el cantón Upala se caracteriza por la presencia de dos tipos. El primero se asocia a zonas más planas, o casi planas, del territorio comprendiendo a pendientes menores al 15%, abarcando un 11,7% del territorio total del cantón”, señalaba el diagnóstico a cargo del geógrafo Dionisio Alfaro.
Señalaba: “Parte de los poblados afectados por este tipo de amenaza son Upala Centro, Canalete, Rosario, Montecristo, San Judas, San Isidro (por el río Zapote), Santo Domingo, Chimurria Arriba, Chimurria Abajo, Colonia Puntarenas (por el río Chimurria), San José, Cuatro Bocas, Porvenir (por el río Pizote), San Jorge (por el río Caño Negro), Las Brisas, Santa Clara y Moreno Cañas (por el río Guacalito)”.
Aunque habría sido improbable la reubicación de medio pueblo para cumplir con las zonas de riesgo estipuladas en el proyecto de plan regulador, el informe sí consideraba “necesaria” la implementación de un plan de gestión de riesgo por parte del gobierno local y la comunidad misma.
Lo paradójico es que este informe con las advertencias del riesgo que se corría se puede descargar libremente en la página web de la Municipalidad de Upala.
El diagnóstico de la CNE de 2003 lo había dicho antes: “Los ríos y quebradas han disminuido el período de recurrencia de inundaciones, lo anterior por causa de la ocupación de las planicies de inundación, y el desarrollo urbano en forma desordenada y sin ninguna planificación, y al margen de las leyes que regulan el desarrollo urbano y forestal.
Actuar a última hora
El huracán Otto llegó el pasado jueves decidido a hacer un recorrido paralelo a la línea fronteriza, aunque con suficiente tiempo para que las autoridades y la población se prepararan y evacuaran sus casas en caso de ser necesario.
El martes 22 el presidente Luis Guillermo Solís comunicó la emisión de alerta roja para varios cantones, entre ellos todos los de la zona Norte del país. “Les pedimos evacuación”, dijo por televisión y escribió en su cuenta de Twitter el martes a las 12:31 p. m., 48 horas antes de que Otto tocara el litoral caribeño.
De eso se cumplió solo de manera parcial, muy parcial. Mientras la costa caribeña tica era desalojada con asistencia policial, en la zona Norte todo quedó a iniciativa de la población. Había albergues habilitados, pero pocos consideraron necesario ocuparlos para el momento del huracán.
En un recorrido de UNIVERSIDAD por la zona de desastre, varios vecinos dijeron desconocer cualquier tipo de advertencia: “Nunca, en esta zona no se nos pidió evacuar, salimos por nuestros propios medios. Mi primo fue el que pasó y me avisó y salimos apenas”, dijo José Vinicio Quesada en el barrio El Rosario, como a kilómetro y medio del centro, una de las zonas más amenazadas por el río Zapote, según los informes previos.
Con él coincide su vecino Marlon Monroy: “Supuestamente estas casas están fuera de peligro, porque donde se llena es el centro de Upala, por eso estábamos confiados nosotros y aquí fue lo peor”.
Una alerta roja sobre un cantón, no quiere decir que haya que desocuparlo completo, pero sí desalojar las zonas que se han establecido según el trabajo que se ha hecho en seco, si se ha hecho, comentó Esquivel. “Lo difícil es generar conciencia y tratar de convencer a ese vecino que sale y dice que conoce muy bien al río y que en 60 años no ha pasado nada, sin saber que hay estudios científicos y registros históricos. Eso puede ser la diferencia entre la vida y la muerte”.
“Es una pena que no se haya considerado seriamente esa situación de riesgo”, lamentó el vocero de la CNE sin obviar que la idea era minimizar los riesgos de manera realista, consciente de la imposibilidad de blindar a cada pueblo ante eventos incontrolables como los huracanes.
“No vamos a crucificar Upala, que ya mucho dolor sufre. Aquí tenemos que ver ahora la oportunidad en la fase que viene, de la reconstrucción con recursos nacionales o internacionales. Lo peor que puede pasar, los más desastroso, sería pensar que algo así no volverá a ocurrir”.
Descripción de la Prevención de Riesgos
Upala es el cantón trece de la provincia de Alajuela y se ubica en la región Huetar Norte. Tal y como lo indica la noticia del Seminario Universidad, Upala fue uno de los cantones más afectados durante el paso directo del Huracán Otto por Costa Rica en el mes de noviembre del año 2017. Durante la emergencia muerieron 10 personas. Tres de los muertos son niños, uno de 11 años, otro de 8 meses, además de una niña de 1 año y ocho meses. Además hubo miles de millones de colones en pérdidas materiales y agrícolas.
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Imágenes de la destrucción en el pueblo central de Upala
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El aviso de alerta por parte del Centro Nacional de Huracanes de los Estados Unidos de que la tormenta pasaría muy cerca de Costa Rica, llegó varios días antes del arrivo de Otto a territorio Costarricense. Gracias a esta alerta temprana, la Comisión Nacional de Emergencia tomó acciones importantes de prevención para la atención de eventos de riesgo para las personas frente a la llegada inminente del sistema atmosférico.
A pesar de las alertas emitidas por la CNE y el IMN a cerca de la situación en Upala , muy pocas personas abandonaron las zonas de riesgo. Algunos ciudadanos indicaron a los reporteros del Seminario Universidad que nunca recibieron ordenes de desalojo, ni información pertinente con respecto al peligro que se avecinaba. Se da entonces la situación de desinformación de los habitantes ante una alerta emetida para abandonar lugares en peligro de desastre ante la llegada de un huracán.
Según la noticia, existían estudios serios con respecto a las amenzas de inundación y deslizamientos en el cantón de Upala. Sin embargo, al final, mientras que la zona costera de Limón era evacuada con asistencia policial, en Upala las personas ni siquiera sabían del aviso "voluntario" de evacuación.